martes, 27 de julio de 2010

Historia de villamanrique de la condesa

Historia

En este lugar existió un poblado que data en el III milenio a. C. De ello da fe una punta de flecha de piedra del neolítico, encontrada en su término, y que se sitúa en el año 3500 a. C. En época tartesia se llamaba Mures, nombre que siguió en uso durante las dominaciones fenicias, íberos-turdetanas, romana y árabe. Este nombre está muy ligado a la cultura tartésica, de la que existen numerosos restos arqueológicos, destacando la inscripción en piedra conocida como la "Estela Tartésica de Villamanrique", que se descubrió el 22 de marzo de 1978 en el paraje de Chillas gracias a dos vecinos (Manuel Zurita Chacón y Manuel Carrasco Díaz). Dicho hallazgo arqueológico representa uno de los testimonios de la más primitiva lengua indígena conocida de la península, al estar datada entre el 624 y el 550 a. C. y se conserva en el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla.

Con anterioridad a las citadas culturas, el suelo de Villamanrique de la Condesa sirvió de asiento para algunas tribus calcolíticas y de finales de la Edad de Bronce. Así lo atestiguan los muchos hallazgos arqueológicos estudiados, siendo uno de los yacimientos más importantes el situado en el Cerro del Chillar. En la época fenicia existió un poblado con factoría dedicada a la extracción de la tintura para la púrpura.

Sin embargo, la fundación del núcleo actual de Villamanrique de la Condesa la llevaron a cabo los andalusíes, que establecieron una alquería en este terreno. Durante esta época debió estar muy poblada, conociéndose la existencia de varios barrios, como el de Harat-Algema y el de Beni-Moslema. De este periodo es una jarra califal de extraordinaria belleza, que también se conserva en el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla. Tras ser conquistados a los musulmanes los territorios de Villamanrique de la Condesa por Alfonso X el Sabio el 10 de junio de 1253, el rey otorgó posesiones a Pelay Correa, Maestre de la Orden de Santiago. Durante el reinado de Enrique III en 1399, se unificaron la villa de Mures y las aldeas de Chillas y Gatos. Con el cambio de dueño que supuso la Reconquista, el rey castellano Fernando III entregó esta zona a su guardia personal armada, el cuerpo de los Monteros del Rey. De este modo se organizó el que se cita como Barrio de los Monteros en diversos papeles oficiales.

En 1539, con Carlos I la villa pasa de las manos de la Orden de Santiago a las del duque de Béjar, don Francisco de Zúñiga y Guzmán. Bajo los Zúñiga la villa creció en importancia y Felipe II creó el marquesado de Villamanrique para Alvaro Manrique de Zúñiga, pasando la villa a llamarse en su honor, a partir del 24 de marzo de 1577, Villamanrique de Zúñiga. Se construyó entonces el palacio y un convento de franciscanos hoy desaparecido. Con el paso del tiempo, el señorío de Villamanrique pasó a los marqueses de Astorga, que por matrimonio refundieron más tarde esta casa con el condado de Altamira. Bajo jurisprudencia de los condes de Altamira permaneció la población hasta la abolición de los señoríos en el año 1837 y la consecuente creación del Ayuntamiento constitucional de jurisdicción ordinaria.

En el año 1859, el Duque de Montpensier (hijo de Luis Felipe Alberto de Orleans) compró la gran extensión de terrenos desde Gatos hasta la Aldea del Rocío y la Casa-Palacio de los Altamira. Así pues, por Real Decreto de 27 de junio de 1916, se cambió el nombre del municipio a Villamanrique de la Condesa, en honor de la hija de los Duques de Montpensier, doña María Isabel de Orleans, Condesa de París.

Estas propiedades manriqueñas fueron heredadas por su hija Luisa, casada con el Infante Carlos de Borbón, de cuya descendencia forman parte, entre otros, Maria Mercedes (madre del rey Juan Carlos I) y Esperanza de Borbón y Orelans, casada con el Príncipe Pedro de Orleans y Braganza, actuales propietarios de la Casa-Palacio y las tierras citadas.

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